lunes, 13 de octubre de 2014

EL EXTRATERRESTRE

Entre las muchas ideas que rondaron por mi cabeza cuando en 2007 decidí liarme la manta a la cabeza y dejar la ciudad donde nací, Valencia, para venir a vivir a Navarra, una sonará inverosímil. Ahora veo que lo es e imagino que es así como actúa el pensamiento ante la incertidumbre y el miedo a lo desconocido.

Por increíble que parezca, pensé que al fin tendría la oportunidad de recorrer con mi bici las carreteras y puertos de montaña que, a buen seguro, Miguel Induráin habría recorrido -y quizá seguía haciéndolo- con la suya.


Indurain con el maillot amarillo. Fuente
Miguel Induráin, Miguelón, también conocido como El Extraterrestre. Ciclista navarro nacido en un pueblo próximo a Pamplona. Campeón de campeones. Referente indiscutible para varias generaciones de aficionados que lo vimos ganar el Tour de Francia durante cinco años consecutivos, entre 1991 y 1995, y el Giro de Italia en 1992 y 1993.
Por todos sus grandes éxitos deportivos, con los que muchos vibramos de emoción ante la pantalla del televisor, Indurain es considerado uno de los mejores ciclistas de la historia, junto al belga Merckx, los franceses Hinault y Anquetil o el italiano Coppi, y el mejor entre los españoles de todos los tiempos.

A esta trayectoria profesional impecable, fruto de una reconocida capacidad de trabajo y sacrificio y de unas cualidades físicas excepcionales, se unían en Miguelón un carácter tan afable como sencillo y una generosidad en carrera que le granjearon el respeto de compañeros y rivales, prensa y aficionados.

Recuerdo la admiración de adolescente que me producían los momentos en los que dejaba ganar etapas a sus rivales con elegancia envidiable y aún hoy me parece memorable el Campeonato del Mundo de Colombia, en 1995, cuando trabajó para que su compañero de equipo Abraham Olano obtuviese la victoria; él se conformó con la plata.

 

En reconocimiento a sus logros deportivos y a este temple personal, Indurain ha recibido innumerables distinciones entre las que se encuentra el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes de 1992.

Retirado del ciclismo profesional cinco años más tarde, en 1997, hoy preside la Fundación que lleva su nombre y que se dedica a promover la práctica del deporte de alto rendimiento en Navarra.

Fuentes:

Enrique España Navarro

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