martes, 30 de septiembre de 2014

EL DILUVIO UNIVERSAL

A causa de las pésimas condiciones climatológicas que los habitantes de Pamplona padecimos durante la primera mitad de 2013, la cuota de popularidad del famoso lema “Pamplona es Mordor” alcanzó en el mes de junio su mayor nivel. Exactamente lo mismo le ocurrió al río Arga que, saturado por las lluvias, mostró la peor de sus caras.

En la mañana del domingo 9 de junio de 2013, algunas zonas de Pamplona se vieron sorprendidas por las inundaciones más dramáticas que recuerda la ciudad. Tras un invierno y una primavera inusitadamente lluviosos en toda Navarra, la tierra dejó de absorber agua y el río Arga acabó por salirse de su cauce en varios tramos.
   
Todo ocurrió a media mañana y en cuestión de minutos. Ante la mirada atónita de todos los pamploneses y la impotente desesperación de los afectados, la riada anegó los parques, las calles, los locales comerciales, los portales, los garajes y los trasteros más cercanos. Centenares de vehículos no retirados a tiempo resultaron dañados.


Vista del barrio de la Rochapea. Fuente
En barrios como la Rochapea, uno de los más afectados por su proximidad al río, el agua llegó hasta las rodillas de un adulto. En otros, como el de Ermitagaña o Mendebaldea, se produjeron cortes de luz. Y en dos localidades próximas a Pamplona, Villava y Huarte, diecisiete personas fueron evacuadas de sus casas en lanchas y una en helicóptero.

Por fortuna, no hubo pérdidas humanas, pero se estimó que el costo de los destrozos materiales ascendía a veinte millones de euros. Por desgracia, no hay dinero capaz de recuperar unos datos informáticos sin copia de seguridad o de remplazar unos objetos personales de valor sentimental incalculable.

Desolación ante la pérdida. Fuente
Aparte las pérdidas materiales y el desastre económico consiguiente, son difíciles de paliar y olvidar las sensaciones humanas de incredulidad y angustia ante una catástrofe natural imprevisible que, esperemos, nunca volvamos a vivir.








Fuentes:
Enrique España

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

¡QUÉ CURIOSO IRSE DE CASA!

¡Qué curioso es irse de casa! Sobre todo cuando cambias de ciudad, de gente, de costumbre e incluso de lengua. En mi caso he recorrido 485 km (según Google Maps) que son los que separan mi casa, en Barcelona, de Pamplona.
Trayecto de Barcelona a Pamplona. Google Maps

Mi experiencia en las cuatro semanas que llevo aquí ha sido bastante curiosa, pues mi idea de Pamplona no se ajusta nada a la realidad.

Yo estaba convencida de que en esta ciudad hacía frío. La gente me aseguraba que era poco menos que el polo norte. Siempre tapado. Siempre lloviendo. De setiembre a mayo no veías la luz del sol… Hasta tal punto me exageraron el temporal de aquí que ya me había hecho a la idea de que iba a convivir con parientes de Nosferatu.

Os podéis imaginar mi sorpresa cuando llegó el primer día y hacía más calor que en el desierto del Sahara (nunca he ido allí pero puedo imaginarme el calor que hace). El segundo día igual. El tercero, el cuarto, el quinto, etc. no fueron muy distintos. Llegué a creer que el clima aquí era parecido al clima mediterráneo.  Así lo creí hasta que cayó la primera tormenta.

Ese día me bloquee. Pensaba que llegaba el fin del mundo. Incluso me preparé un maratón de las películas más catastrofistas de Roland Emmerich para poder sobrevivir a tal diluvio. ¿Cómo podía la gente salir a la calle con tanta calma? ¿Es que no se daban cuenta de que había llegado el apocalipsis? Yo no daba crédito. Esa noche me dormí pensando que se suspenderían las clases del día siguiente. No fue así. El despertador sonó a las 7 como cada mañana y hacía tanto calor como los días anteriores. Yo comprendía nada.

Al final he comprendido que ya no estoy en Barcelona. La vida en Pamplona es distinta. Aquí se sale los jueves, y el bus no se llama bus sino “villavesa”. Aquí se lleva correr delante de los toros y el 24 de septiembre no significa nada para ellos. No hay “sardanes”, “castallers” ni “pa amb tomàquet”. Aquí puedes decir que no eres del Barça sin que te miren mal, incluso hay gente que te aplaude.

Imagen de los San Fermines. Fuente
Pamplona es para mí un planeta extraterrestre y, espero poder contar en este blog como una ciudad desconocida ha pasado a ser mi segundo hogar.


Marta Molas





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martes, 23 de septiembre de 2014

NAVARREAR

Nuevo Diccionario de Neologismos de FCom (NDNFCom).

Navarrear. V. intr. Acción de quienes, forasteros en Navarra, buscan integrarse y se dedican durante un tiempo indefinido a conocer sus tierras, sus gentes, su historia, su cultura, sus costumbres y su gastronomía.

Vine a Navarra por trabajo y me quedé por amor. Este sería el titular de los algo más de siete años que llevo viviendo en Pamplona, tras abandonar mi Valencia natal con el vivo presentimiento de que sería para siempre.

Recién aterrizado en mayo de 2007, me pareció que mi integración en la Comunidad Foral debía pasar por el conocimiento de su geografía y comencé a explorarla en bici, cuando no quería o podía alejarme de la capital más de cien kilómetros a la redonda, y en coche, si las miras y el tiempo disponible eran más amplios.

Puerto de Izpegi. © Enrique España.
Al hilo de estas excursiones conocí pueblos y paisajes, gentes, costumbres y gastronomía desacostumbrados para un levantino acostumbrado, sin embargo, a viajar por el mundo. A ellas se remonta mi primer contacto con la cuajada, por la que llegué a pensar que el traslado había valido la pena.
Regata de Artesiaga. © Enrique España.

Siempre que la pereza era mayor que mis ansias de explorar, me limitaba a perderme por las calles de Pamplona, a recogerme en sus iglesias, a comprar en el Mercado de Santo Domingo los sábados por la mañana o degustar un buen pincho de chistorra en compañía de alguno de mis nuevos compañeros de trabajo… o de Ana, mi mujer, que no tardó en aparecer.

Si el tiempo y mis fuerzas acompañaban, solía patear las sendas del monte más próximo a la ciudad, el San Cristóbal, o correr hasta pueblos como Cizur, situado en las faldas de la Sierra del Perdón. En pocas semanas, la Cuenca dejó de tener secretos para mí.
Cuenca de Pamplona. © Enrique España.

Cuando la meteorología navarra empezó a enseñarme la peor de sus caras, avanzado ya el mes de octubre, tendí a quedarme en casa y a hundirme, no obstante, en las páginas de algún libro o alguna revista sobre la tierra que me acogía. De aquellos días procede mi preciada colección de Conocer Navarra, que tan buenos y largos ratos me ha hecho pasar.

Desde entonces hasta ahora han transcurrido, como digo, siete años y, aunque mis raíces valencianas me tiran y me tirarán siempre, estoy de acuerdo, porque así lo siento, con algo que alguien dijo alguna vez: uno es al final del suelo que pisa.

Para que aprendáis a amarlo como yo, forasteros -y no forasteros- en Navarra, ahí va este blog en el que intentaremos mostrarlo con otros ojos. ¿Os animáis a navarrear?


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PAMPLONA Y SUS COSAS

He empezado un nuevo curso en Pamplona, Navarra, lugar que ya considero mi segundo hogar. El año pasado, cuando llegué por primera vez, muchas cosas me sorprendían, pero eran tantas que apenas tenía tiempo de identificarlas una a una. Ahora que he vuelto de Guatemala, mi país, mucho de España (Pamplona específicamente) vuelve a sorprenderme. No tanto como la primera vez, que no volverá a repetirse, pero ahora noto el contraste de otra manera. Al regresar a Guatemala después de nueve meses y medio en el extranjero, comparaba las cosas de Guatemala con lo vivido en España. Ahora, vuelvo a comparar lo español con lo guatemalteco.

Escribir sobre las experiencias en Pamplona como extranjera llama mucho mi atención. ¿Qué me sorprende? ¿Qué me parece diferente? ¿Qué me hace recordar el país del que vengo? Y, especialmente, qué hace que sienta afecto por esta ciudad, que ya la considere un poco mía, que haya sonreído tanto cuando ya estaba a pocos kilómetros de distancia...

Monumento al Encierro. Pamplona, Navarra.
Fuente.

Pamplona y su gente. Pamplona y sus calles. Pamplona y su seguridad. Pamplona y su clima. Pamplona y sus fiestas. ¡Cuánto para escribir a pesar de ser una ciudad pequeña!

Así, con mucha motivación para las futuras entradas, me despido. Ya habrá experiencias que recordar y nuevas para vivir... experiencias que, por cierto, se centrarán en la vida de Pamplona (por si hacía falta aclararlo). Ojalá a los lectores les haga querer más esta ciudad, si es que ya sienten un cariño especial por ella, o les haga pensar "¡Pero qué ganas de conocerla!".

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lunes, 22 de septiembre de 2014

A PAMPLONA HEMOS DE IR

Si soy sincero no fue muy difícil la elección por parte del grupo del nombre del blog y su dinámica. Todos tenemos un denominador común, somos forasteros. Fácilmente nos decidimos por querer mostrar nuestra visión de Navarra vista desde dentro por gente de fuera. Puede parecer algo muy simple, pero muchas veces los foráneos ven las cosas muy diferentes que los de casa.

Qué hago en Pamplona yo, os estaréis preguntando. Si parafraseara a mi madre os diría que estoy "abriendo mi cabecita" que la tengo muy cerrada. Yo pienso que he buscado la universidad que más se ajusta a mí y me he lanzado a la aventura. Muchos de mis amigos se sorprendieron cuando les dije que me iba al norte pero me apetecía cambiar las costumbres mediterráneas por las norteñas.


Fuente.
Llego a la ciudad con más calidad de vida de toda España, o por lo menos eso dicen todos los expertos. Y vengo con muchas ganas de descubrir tanto el entorno universitario como toda una región bastante diferente a la mía, aunque hasta hoy no lo parecía, ya que el terrible tiempo de Pamplona ha tardado tres semanas en darme la bienvenida.  

En definitiva quiero contar la perspectiva que tenemos desde fuera de esta maravillosa región, y yo personalmente   espero que paséis un buen rato leyéndome tanto a mis compañeros como a mí. 

Para acabar esta primera entrada quiero os dejo una gran canción que habla de un gran país muy pequeño que dejo a mis espaldas temporalmente, eso sí para ir a otro que de momento me ha recibido con los brazos abiertos y en el que espero pasar muy buenos años. Canción en uno de los mejores cantantes que ha dado mi tierra. Dejo también la traducción de la letra.